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Biohacking: el futuro del cuerpo humano
Por Alejandro Rodríguez

Biohacking: el futuro del cuerpo humano

Por Alejandro Rodríguez


Desde chips implantados hasta órganos impresos en 3D. La intervención tecnológica en hombres y mujeres abre la puerta a nuevos tratamientos médicos y a mejorar la calidad de vida. 

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El biohacking, también conocido como biología DIY o modificación corporal, es un movimiento que busca aplicar técnicas de la ciencia y la tecnología para mejorar la salud y el rendimiento humano a través de cambios en el estilo de vida, la nutrición, la tecnología y la biología.

Hasta aquí, la definición no parece sorprender. Pero en realidad estamos ante la posibilidad de un cambio de época. Una nueva era en la que se permita abordar de diferentes maneras los tratamientos médicos, las patologías y la mejora del rendimiento físico. 

Se puede hablar de piratería corporal. ¿Por qué? Porque el biohacking también incluye la introducción de elementos extraños para optimizar el funcionamiento de los órganos vitales, así como de las funciones de enzimas que actúan en nuestro sistema. Además, supone la modificación de genes para paliar enfermedades o problemas fisiológicos.


Modificar ADN

Para ser un hacker es necesario tener conocimientos avanzados en medicina, biología y otras ciencias. Algunos biohackers experimentan con kits de edición genética basados en los llamados CRISPR para modificar bacterias o incluso su propio ADN. 

CRISPR es la sigla en inglés de “Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas Regularmente Interespaciadas”. El científico Josiah Zayner, que durante un tiempo trabajó para la agencia espacial NASA de Estados Unidos, se hizo famoso por inyectarse ADN sintético para ganar músculos manipulando sus genes. Incluso, llegó a fundar una empresa de biotecnología para poder vender sus servicios. 

En esta rama, el futuro se encuentra en el uso de la epigenética para personalizar rutinas según la expresión génica. ¿De qué hablamos? En lugar de cambiar el código genético, la epigenética afecta cómo se expresan los genes, es decir, si se activan o desactivan, según el ambiente con el que interactúa la persona. Permite que los organismos respondan a cambios ambientales, adaptándose a diferentes condiciones y afectando su salud. De hecho, la alimentación, el ejercicio, los medicamentos y las sustancias químicas que ingresan al organismo humano generan reacciones. Con la manipulación que permite la epigenética se facilita la activación o desactivación de los estímulos generados en el cuerpo. ¿Qué permite? Modificar el riesgo de enfermedades y aumentar el impacto de medicamentos, entre otros.


Neurohacking

Es una práctica que busca optimizar y mejorar el funcionamiento del cerebro a través de diversas técnicas y herramientas. Se enfoca en potenciar capacidades cognitivas, modificar comportamientos y estados emocionales, y tratar trastornos psicológicos.

“Es la práctica de recablear y optimizar el cerebro mediante técnicas neurocientíficas que transforman hábitos, pensamientos y emociones para mejorar tu rendimiento y bienestar”, explica Gladys Kali, experta en neurociencia aplicada a la gestión del estrés y autora del libro “Neurohacking. Gestiona el estrés laboral”. Básicamente, a través de estrategias no invasivas busca mejorar las capacidades con una optimización del sueño y el rendimiento físico. Se adquiere con la práctica diaria de deporte y la meditación, entre otros hábitos considerados saludables. 

El neurohacking puede incluir, también, la utilización de dispositivos externos para estimular el cerebro y el uso de drogas y suplementos para aumentar la cognición. Una de las principales técnicas utilizadas en el neurohacking es el neurofeedback, que consiste en medir la actividad cerebral y proporcionar retroalimentación para ayudar a las personas a controlar sus ondas cerebrales. 

Por ejemplo, la espectroscopia funcional del infrarrojo cercano (NIRS, por su sigla en inglés) es una técnica prometedora que puede mejorar las funciones cognitivas al monitorear la oxigenación cerebral y permitir intervenciones dirigidas para incrementar esos niveles. 


Biohacking cyborg

Dentro del biohacking podemos ubicar a la implantación de sistemas, chips y otros dispositivos para darle al cuerpo sensaciones que de otra manera no percibiría. La historia del británico Neil Harbisson lo transformó en un claro ejemplo. Se concibe como una suerte de cyborg y así se promociona. Es porque nació con acromatopsia, una condición que le provoca ver en tonalidades de gris. Su vista estaba claramente afectada y la decodificación que su cerebro hace de su visión no le permite diferenciar colores. 

Con la implantación de una antena en su cabeza y el desarrollo de un software especializado, su cerebro recibe estímulos diferentes de acuerdo a cada color. La antena consiste en un sensor que envía señales a un chip implantado en su cráneo. Este chip convierte las frecuencias de luz en vibraciones para que sea capaz de “escuchar” los colores, explicó en varios medios de comunicación.

Hay otros ejemplos. En los últimos tiempos aumentó el número de implantes de órganos creados mediante impresoras 3D. Hay casos sencillos, como una pieza dental incrustada junto al resto de la estructura y, también, la impresión de partes óseas para injertarlas al resto del esqueleto.

El gran desafío es la creación de tejido humano vivo, lo que se llama bioimpresión: un método de fabricación de estructuras celulares a partir de biotintas cargadas con células madre. Capa a capa, el biomaterial se deposita para crear piel, tejido o incluso un órgano. 

Son muchas las empresas que experimentan con el diseño de órganos que pueden sustituir piezas vivas del cuerpo humano o complementarlas. Por ejemplo, la firma Trestle Biotherapeutics desarrolló una estructura que se puede implantar en los riñones para asistirlos en el cumplimiento de sus tareas. Es de gran ayuda para los pacientes con insuficiencia renal y no significa una invasión extrema del cuerpo humano porque el objeto desarrollado tiene forma de tejido que se anexa al tejido renal.

Por otra parte, el biohacking tiene una veta en el desarrollo de los llamados chips RFID/NFC. Son pequeños dispositivos electrónicos que se pueden implantar bajo la piel y se utilizan para diversas funciones, como pagos sin contacto, acceso a edificios, intercambio de información y almacenamiento de datos personales. Estos chips son activados por un lector externo que emite ondas de radio.

¿Quién lo hubiera dicho? Poder abrir puertas, activar y desactivar dispositivos y realizar transacciones con el propio cuerpo humano. Los chips se implantan generalmente entre el pulgar y el índice o en otras áreas del cuerpo, utilizando una jeringa o un proceso de piercing. 

Su desarrollo abre las puertas a un posible debate ético: ¿dónde termina el cuerpo humano y empieza el diseño tecnológico? A medida que avancen las aplicaciones, el biohacking ofrecerá diferentes posibilidades y seguramente generará sorpresas en la comunidad científica y en la población en general.




Biohacking metabólico y longevidad

La longevidad es el objetivo de una de las ramas del biohacking. Por eso se han desarrollado protocolos de ayunos y dietas especiales con la meta de ralentizar el envejecimiento celular. 

También se ha trabajado en la creación de suplementos especiales que actúen en el cuerpo humano. Vivir más años y con mayor calidad de vida es el fin de todos los que apuestan a estos desarrollos. 

Entre otros, la ciencia trabaja en la fabricación de complementos dietarios ricos en NAD, una coenzima presente en todas las células del cuerpo. Ayuda a las enzimas a hacer su trabajo más rápido. En definitiva: permite convertir los nutrientes en energía, reparar el ADN y regular procesos celulares esenciales.

Con el paso de los años, hombres y mujeres ven caer sus niveles de NAD, y muchos creen que esta disminución contribuye al envejecimiento y a las enfermedades asociadas con la edad. Por ende, la ingesta de precursores de NAD, como la llamada nicotinamida ribósido, podría frenar la caída. 

El genetista David Sinclair, de la Universidad de Harvard, publicó un estudio que concluye que aumentar los niveles de NAD en la sangre y las células puede ralentizar el proceso de envejecimiento. De todos modos, la propia comunidad científica hace hincapié en la importancia del ejercicio físico y una dieta balanceada para mejorar el desempeño del cuerpo humano. 


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