Son dos potencias. Tienen los Ejércitos más poderosos y las capacidades de movilización más importantes del planeta. No intercambian misiles, pero todos los días libran batallas en el mercado tecnológico por captar usuarios de sus dispositivos, sus redes sociales y sus industrias culturales.
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Algunos hablan de una guerra fría entre ambos países. Alcanza también a una disputa comercial. Buscan generar bloques de aliados a quienes vender y comprar con preferencias arancelarias. Asimismo, extienden sus políticas de cooperación cultural y de defensa para mantener una presencia fuerte en los países en donde pretenden generar lazos políticos y económicos.
Pero, además, hay una disputa por el liderazgo en áreas como la inteligencia artificial, los semiconductores y las redes 5G de las telecomunicaciones. Según con quien se hable y quien analice el contexto, dirá si hay un ganador o una situación donde no se sacan ventaja. Lo cierto es que, sin importar si en Estados Unidos gobiernan los demócratas o los republicanos, la pugna de intereses se observa día a día.
Redes 5G
Las redes 5G son redes móviles que usan tecnología de quinta generación para conectar dispositivos a internet y telefonía. Son más rápidas y fiables que las antecesoras. Sus ventajas radican en el mayor ancho de banda y capacidad de datos, que ofrecen conexiones más consistentes, con velocidades de carga y descarga más rápidas y con una latencia más reducida, entre otros puntos.
Actualmente existen cuatro empresas que dominan el mercado de las tecnologías de redes básicas necesarias para las redes 5G, dos europeas/occidentales (Ericsson y Nokia) y dos chinas (Huawei y Hisilicon). Curiosamente la única con relaciones o titularidad estadounidenses es Nokia tras ser comprada por Microsoft tiempo atrás.
La guerra entre ambas naciones tiene, por un lado, a Estados Unidos que prohibió a empresas chinas suministrar equipos 5G en territorio norteamericano. A su vez, compite de manera agresiva en mercados emergentes, como el uruguayo, en el suministro de equipos y bases de las empresas telefónicas. Además, Estados Unidos lidera la iniciativa The Clean Network o Red Limpia para implementar estándares de confianza digital internacionalmente aceptados.
“El programa Red Limpia es el enfoque integral de la Administración Trump para salvaguardar los activos de la nación, incluida la privacidad de los ciudadanos y la información más sensible de las empresas, de intrusiones agresivas de actores malignos, como el Partido Comunista Chino”, sostiene la web del programa.
Se busca garantizar que las compañías de telecomunicaciones de China no se conecten a las redes de telecomunicaciones estadounidenses. “Dichas compañías representan un peligro para la seguridad nacional estadounidense”, argumenta la iniciativa, que explica que el país asiático podría tomar información sensible de la población y el gobierno americano para utilizarlo en su contra.
Por su parte, China construyó millones de estaciones base 5G y aplicó la red en 74 de las 97 categorías principales de su economía. Asimismo, busca participar en las licitaciones y llamados a precio de los mercados emergentes para ofrecer su tecnología. Como país que busca estar a la vanguardia, ya explora su incursión en la tecnología 6G, que superaría dentro de algunos años el estándar del 5G.
Dominar el sector de las telecomunicaciones es importante porque permitirá realizar tareas de espionaje. ¿Por qué? Porque supondrá tener el control de los datos que circulan por Internet. A su vez, el liderazgo en la materia proporcionará una base de innovaciones tecnológicas que impulsarán la capacidad militar y el crecimiento económico.
Semiconductores
Los semiconductores son materiales que pueden permitir o bloquear el paso de la corriente eléctrica, dependiendo de las condiciones ambientales. Son la base de la electrónica moderna y se utilizan en la fabricación de dispositivos electrónicos como computadoras, teléfonos, automóviles y frigoríficos.
¿Qué medidas adoptó Estados Unidos? Puso en marcha restricciones a la exportación de procesadores gráficos de última generación a China y también aplicó restricciones a la venta de equipos de fabricación de semiconductores avanzados. Esto busca frenar la capacidad del gigante asiático para desarrollar microchips avanzados.
La respuesta de China fue inmediata. Desarrolló un chip de alto rendimiento sin depender de tecnología occidental, anunció restricciones a la exportación de galio, germanio, antimonio y grafito, es decir elementos químicos y semimetales que permiten la producción de hardware. Asimismo, el gobierno asiático acusó a Estados Unidos de "exagerar" la idea de seguridad nacional al intervenir en el comercio de tecnología. A su vez, el gobierno de Donald Trump anunció la revisión de la cadena de suministros de esta industria tras hallar que cerca de dos tercios de los proveedores son chinos.
Redes sociales
La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China afectó a las redes sociales, en particular a TikTok, que es asiática. El Congreso norteamericano impulsó la prohibición de esa red, que es de las más populares, por motivos de seguridad nacional. Argumenta que genera información sobre el electorado estadounidense y que podría ser utilizada para influenciar elecciones y generar corrientes de opinión en las grandes masas.
De manera paralela, China censura y vigila estrictamente Internet, bloqueando sitios web como Gmail, Google, YouTube, Facebook, Instagram, X y otros. Para hacer estas acciones, el gobierno de Xi Jinping se ampara en la pretensión de occidente de querer desestabilizar su gestión.
En medio de este escenario, nuevas redes sociales emergen constantemente. Algunas tienen un perfil más comercial, otras persiguen la comunicación instantánea entre los usuarios. Según los sondeos de fines de 2024, en Estados Unidos las plataformas del grupo Meta (Facebook e Instagram) son las más utilizadas en ese país. En suelo chino, TikTok es furor, aunque también tuvieron un amplio desarrollo WeChat en el espectro del e-commerce y Douyin en el segmento de mensajería y publicación de fotografías y posteos de textos.
Inteligencia artificial
Mientras avanzan los distintos escenarios de conflicto entre los dos países, el desarrollo de IA se consolidó como otro punto de choque. OpenAI es una empresa estadounidense de investigación y despliegue de inteligencia artificial que puso en marcha, entre otros, el mundialmente conocido Chat GPT, que crea contenido como texto e imágenes a partir de comandos introducidos por los usuarios.
El crecimiento de esta plataforma y otras similares permiten la creación de videos, música y audios a partir de patrones. Lo especial es que se basa en modelos de aprendizaje automático que aprenden patrones y relaciones de datos creados por personas. Simultáneamente, puede aprender de los datos y generar nuevas instancias de datos.
En este segmento, China introdujo a DeepSeek, que está liderando las listas de descargas de App Store en Estados Unidos y otras naciones gracias a una innovadora apuesta por el código abierto, los bajos costos y la eficiencia. Permite, además, la resolución de problemas matemáticos, la programación y la inferencia del lenguaje natural. El éxito de DeepSeek tiene lugar poco después de que Donald Trump anunciara el proyecto Stargate, que invertirá 500.000 millones de dólares en los próximos cuatro años para construir nuevos centros de datos para apoyar proyectos de IA.
Los modelos de IA de DeepSeek pueden considerarse un paso significativo hacia el desarrollo de tecnologías autóctonas por parte de los países asiáticos, ayudando a retener talentos y reducir la fuga de cerebros de países como India y China. De hecho, detener la migración de expertos informáticos es uno de los objetivos de Xi Jinping.
El boom de la biotecnología
La biotecnología es una disciplina científica y tecnológica que utiliza organismos vivos o sus componentes para desarrollar productos y procesos con fines específicos, como la producción de alimentos, medicamentos, biocombustibles y la protección del medio ambiente.
Este es otro escenario de batalla. Aquí, China aprobó 30 variedades de cultivos transgénicos de maíz y soja, y desarrolló híbridos de maíz comercial con genes de maíz silvestre, lo que mejora la eficiencia de la fotosíntesis y el rendimiento. Asimismo, logró producir con una variación genética un tipo de arroz que cumple con los estándares de seguridad alimentaria de Estados Unidos y otros países de occidente, lo que le abre las puertas a nuevas exportaciones.
En medicina, la nación asiática aumentó su participación en la producción mundial farmacéutica. En 2019 tenía un marginal 5%, pero hoy en día se ubica en el 25%. Además, logró incursionar en el mercado norteamericano y avanzó en terapias para el tratamiento contra el cáncer. Los acuerdos de licencias de China aumentaron de 15 en 2019 a 33 en 2024, con el mayor incremento en oncología. Estos acuerdos abarcaron diversas modalidades terapéuticas, tanto de moléculas pequeñas como de productos biológicos. Nadie en occidente olvidó que en varios países emergentes, como en Uruguay, durante la pandemia del Covid 19, las primeras vacunas en llegar fueron las desarrolladas por el gigante asiático. Con posterioridad arribaron las generadas por compañías norteamericanas y europeas.
Aún en esta coyuntura, los estadounidenses levantan la bandera del liderazgo. O por lo menos así se promocionan, como el país a la vanguardia en materia de biotecnología. Entre otras cosas, Estados Unidos es el principal exportador de productos agrícolas derivados de la manipulación genética. Impulsa la creación de laboratorios de experimentación y otorga facilidades a los estudiantes que buscan adquirir conocimientos sobre las distintas áreas. Mientras esto ocurre, promueve acuerdos con otros países, como ocurrió en 2024 con Uruguay, para capacitar científicos.