Obsesión
María Gueçaimburu
OBSESIÓN
Se alejaba con paso lento pero sostenido. Llevaba las manos en los bolsillos de su gabardina beige y parecía caminar sin rumbo fijo, pero se alejaba. Si tan sólo hubiera girado la cabeza y me hubiera mirado... No lo hizo. No movió la cabeza en ninguna dirección; la mantuvo erguida, siempre. Su mirada estaba fija en el horizonte, yo lo sabía aunque no pudiera verla. Se iba sin despedirse. Quise gritarle que por favor me mirara, que necesitaba que lo hiciera, pero me quedé inmóvil y muda; no lo haría. La bruma lo fue envolviendo hasta que ya no distinguí más su gabardina. No volverá, lo sé. Repito la escena en mi mente una y mil veces, y siempre espero su última mirada.