Una casa demasiado pequeña

Hay una casita sobre la playa. Es diminuta. Igual pienso que ahora que volvimos a ser dos, porque los chicos ya son grandes, podríamos alquilarla. La vuelvo a mirar. No, aún siendo dos, no vendría a pasar mis vacaciones a esa casita. Tal vez cuando éramos más jóvenes podríamos haberlo hecho, cuando éramos esos dos. Ahora, estos dos que somos ocupamos más lugar. No porque estemos más gordos, no es eso, nuestro interior ocupa más lugar, es más pesado y menos ágil. Entraríamos en esa casa y no cabríamos. Nos chocaríamos uno con el otro. Tendríamos que salir a cada rato, correr desaforados por la playa, gritar un grito sin aliento, vaciarnos de nosotros mismos y ver si de esa manera, cuando volvamos a entrar, logramos caber por otro período de tiempo en esa casa tan pequeña para nosotros dos.